La sanación


Una mujer no puede nunca estar a oscuras
lleva una luz que a veces no percibe
como una llama lenta que se enciende
tras la tormenta o el morir  callado de un segundo.

Una linterna imposible de apagar
que no se inunda con el llanto ni el silencio.
Hoy encendí la mía y me di cuenta
que mis  heridas aunque duelan han sanado
hay muy pocas cicatrices permanentes
y aunque a veces me sienta morir
lo cierto es que no agonizo, sigo viva
más sana e inmune que al principio

Mis hombres han pasado,
me curé de sus desprecios
apenas si recuerdo sus caricias y sus besos
fueron míos porque quise
fui yo la que les tendí la trampa de mis muslos
de mis ojos tentadores
y esta sonrisa frágil que no se rompe.

Creyeron quebrarme con silencios
amar es un ejercicio que hace fuerte
y hoy me doy cuenta que no me rompo
no necesito sus caricias
seguramente vendrán otros
ya no me duele que el amor termine o nunca llegue

me tengo yo y es suficiente.

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