La nueva identidad mediática

No sé hablar en las redes sociales, llegué a esta conclusión después de una muy interesante plática con un as de la programación y la administración de redes sociales. Él, trabaja como freelance para uno de nuestros proyectos más exitosos y es que, la comunicación para los medios digitales tiene matices y sutilezas que la hacen única, no  se trata solamente de la construcción del discurso o la categorización del receptor sino de romper con viejas prácticas, con paradigmas que han estado presentes en la propia construcción del yo occidental desde hace siglos:

1.- Las redes sociales democratizan la palabra: En ellas, todos tenemos algo que decir,  tenemos el mismo valor y nuestra jerarquía está marcada por el número de seguidores que nuestras menciones obtengan, no se trata de que las participaciones sean racionales, bien argumentadas, políticamente correctas o incluso lógicas, se trata de que de alguna manera logren llegar a un gran número de personas. Sí, a esto me refiero con la democratización; igual que en la democracia, en la que no gobierna el más apto sino el más popular, no se debe ser sabio o incluso tener razón para ser exitoso en las redes sociales, sólo se debe ser viral.

2.- Las redes sociales heterogeneizan el discurso al tiempo que homogeneizan  la palabra: Cada discurso tiene un nicho y un receptor específico, nadie es convencido por el discurso de las redes sociales porque solamente lo aprobarán y consumirán aquellos que ya son portavoces del mismo, en este sentido, se trata de un sistema endogámico en el que cada comunidad virtual consume únicamente aquello que producen sus miembros. Por otra parte, estos discursos heterogéneos se nutren de una palabra homogénea, la cual es una especie de caldo imposible de separar, cada palabra vale lo mismo y es idéntica a sí misma y al resto de las palabras, los cambios de sentido, la esencia de cada uno de los discursos es imposible de separar o diferenciar, en las redes sociales la palabra es una y su valor es sólo uno, independientemente de la multiplicidad de los discursos.

3.- Las redes sociales desdibujan la línea entre lo público y lo privado: En ellas, todos nos hemos vuelto figuras públicas, nuestros pensamientos, nuestras acciones, la familia, el trabajo, los ideales, el entretenimiento son objeto del dominio público. Jóvenes políticos, empleados federales, hijos e hijas de mandatarios, tú, yo, todos... aparecemos tomándonos selfies como somos, sin censura, aún así pensamos que hay dos clases de individuos, seguimos midiendo con una vara distinta a quienes tienen un puesto público y a quienes no lo tenemos. ¿Existe esto realmente? ¿No será que en la era de las redes sociales todos deberíamos comportarnos a la altura de lo que en otros tiempos le exigíamos a las figuras públicas? Lo privado ya no existe, no es el gobierno el que con sofisticados sistemas de monitoreo y violación a la privacidad nos vigila, somos nosotros los que cada día decidimos exponernos al escrutinio público y esto, lejos de obligarnos a ser mejores personas o por lo menos a aparentarlo, ha expuesto lo peor de nosotros mismos. No es que los políticos sean la peor clase de personas, es que cuando todo es público nos damos cuenta que en lo privado no hay diferencia entre políticos y no políticos.

4.- Las redes sociales rompen con la institución fortaleciendo al individuo: Las instituciones son castigadas por los usuarios.  quizá atendiendo a una historia de confrontación gestada e implementada en la modernidad, una a la que la posmodernidad se ha opuesto muchas veces de manera violenta. El discurso de las instituciones es vacunado y por lo tanto no ha podido volverse viral. Las redes sociales suponen un territorio dominado por individuos no por instituciones.

5.- Las redes sociales despojan del yo al individuo y paradójicamente también de su individualidad: Si bien constituyen el reino del individuo en tanto persona singular, poco a poco lo han ido despojando de su yo, único e irrepetible, disminuyendo sus colaboraciones propias para compartir enlaces y contenidos generados o por hábiles instituciones o por otros sujetos, de esta manera la producción de discursos propios se ha reducido y son un pequeño número de contenidos de los que se apropian los individuos los que se viralizan en nombre propio.

6.- Las redes sociales horizontalizan el discurso otrora vertical: Son una carretera en la que todos transitamos de manera horizontal, se pierde así (no me refiero a que esto sea malo o bueno) cualquier posibilidad real de convencer, educar, sensibilizar o concientizar, todos términos que en otros tiempos fueron tareas del comunicador y la comunicación. La tarea hoy, no consiste en educar, hoy, lo más que ambicionamos es encontrar espacios para el encuentro. 

Quizá son estas características las que generan en realidad la brecha entre nativos y migrantes digitales. Para nosotros, migrantes indocumentados en la realidad digital, lo difícil no es aprender a usar la tecnología, sino cambiar el paradigma completo de nuestra existencia. La educación formal y los grados académicos tan importantes, según nos dijeron; en la validación de cualquier discurso construido para la sociedad, son credenciales obsoletas para las sociedades virtuales, en las que da lo mismo si el discurso sobre nutrición lo hace una médica especialista egresada de la UNAM o Harvard,  la modelo en turno o cualquier bloggero aficionado, por ejemplo. Nos educaron para valorar las opiniones propias, para intentar el juicio crítico de la realidad, para ser únicos e irrepetibles y vanagloriarnos por esto, para ser un poco egoístas, egocéntricos y narcisistas pero tratar de ocultarlo por el bien común. Las redes sociales como instrumento de las sociedades digitales también tienen sus trampas, sus sutilezas, sus propósitos maquiavélicos, sólo que nuestra sensibilidad tan desarrollada en otros campos, no está educada aún para identificarlas y analizamos, quizá ingenuamente, el fenómeno de la comunicación en las redes sociales a partir de categorías de análisis que les son ajenas y que por lo tanto sólo nos acercan teóricamente a una realidad que rebasan. 

Los migrantes digitales nos resistimos al cambio aunque tratamos de entenderlo, los nativos digitales quizá jamás se darán cuenta de que se produjo algún cambio, estamos a punto de formar parte de una leyenda que se contará viralmente en el futuro. No, no sé hablar en las redes sociales pero quizá algún día aprenda. 


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