Sin arte, no hay educación

La educación artística, desarrolla, ante todo, la sensibilidad del ser humano, nos ayuda a percibir la realidad pero también a entenderla, cuestionarla y transformarla, desarrolla en los niños el pensamiento crítico y la creatividad. ¿Cómo podemos siquiera pensar que existe educación sin que el arte este presente? La Educación Artística le brinda al ser humano las herramientas necesarias para pensarse a sí mismo, vincularse con el otro y hablar con su propia voz, de “Ser en el mundo” y en la sociedad de la que forma parte. La literatura, la pintura, la música, la danza, el cine nos cuentan historias a partir de la mirada crítica de sus creadores inmersos en un tiempo y unas circunstancias específicas, nos acercan a sus luchas internas y a su forma de percibir el entorno.

Estamos en una época de profundas contradicciones en la que hemos seccionado los distintos saberes y conocimientos, jerarquizándolos de manera arbitraria, quitando de los programas oficiales ciertos contenidos para incluir otros que se creen relevantes para las necesidades de la sociedad. En este ejercicio, la Educación Artística ha quedado relegada a una materia complementaria que se imparte pocas horas por semana y cuya calificación no tiene un peso real.

Peor aún, cuando en el discurso público e incluso en de la iniciativa privada y los organismos de la sociedad civil se habla de educación, se excluye deliberadamente la inversión en cultura, como si la creación de museos e institutos culturales, orquestas regionales o talleres de literatura no fuera parte de la calidad educativa. Yo no veo un futuro halagüeño en términos de educación, me niego a ser pesimista pero  tampoco puedo negar la realidad.

El Distrito Federal es la ciudad del mundo con mayor número de museos, hay teatros para todos los gustos, foros culturales, galerías, librerías, oportunidad de encontrarse en algún taller literario con una escritora famosa, quizá por eso, quienes diseñan las políticas públicas consideran que ese aspecto está cubierto. ¿Alguna vez habrán salido del D.F., Guadalajara, Puebla o Monterrey? Por supuesto que no. México no es la Ciudad de México, deberíamos estar pensando en este momento cómo transformamos y enriquecemos la cultura local, cómo creamos puentes para que las manifestaciones culturales que tienen lugar a lo largo y  ancho del país, impregnen no sólo el entorno local, sino la vida y el pensamiento de todos los mexicanos.

En México hay excelentes músicos, pintoras, escultores, escritoras, bailarines, hombres y mujeres que entregan el alma en lo que hacen, que contra viento y marea se han abierto paso y ponen en alto el nombre de México en el mundo, no sé si así lo desearon pero tuvieron que hacerlo, tuvieron que salir porque aquí los consideramos ciudadanos de segunda, ejerciendo profesiones de mentira, casi como hobbies o pasatiempos. Y aún así, nos atrevemos a decir que nos importa la calidad de la educación en México. Lo siento, pero jamás podremos apostarle a la educación mientras neguemos la importancia del arte en la formación del pensamiento crítico y en la apertura de los horizontes individuales, condición sine qua non para considerar que alguien tiene una educación apropiada. 

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