Bienvenid@s
Hay tres cosas que quiero lograr este año: la primera es disfrutar esta ciudad, recorrer sus calles que son también las calles de la infancia, de los recuerdos y en cierto sentido, de la nostalgia acumulada tras muchos años de sentirme una exiliada, deambulando por toda la República; la segunda es sentirme cómoda dentro de mí misma, calzando los zapatos de mis propios pasos, tras dieciséis años de matrimonio y dos muertes, lo cual en términos generales han sido diez años de duelo, soy soltera en una de las ciudades más grandes y maravillosas del planeta y además es mía y en tercer lugar por fin escribir.
Es por esto, que hacer un blog es una maravillosa idea que combina todos esos propósitos justo antes de cumplir 40 (el número asusta un poco) pero no tengo ni un ápice del temor que tuve antes de cumplir los 30, será que la intuición me prevenía de la peor década de mi vida... Afortunadamente, siempre se puede decir borrón y cuenta nueva.
Sí, llevo tres años macerando la idea de recorrer la ciudad pero como todos a mi alrededor o tienen otros planes o no les gustan los sitios que quiero visitar o, simplemente están demasiado cansados, decidí darme a la tarea de recorrer sola las calles del D.F. Este blog retratará los pasos, las sombras, los recovecos y la mirada de quien, sin más compañía que el silencio, se adentra en las calles ruidosas de la ciudad con los sentidos y la imaginación dispuestas para dejarse sorprender.
Estoy decidida a escribir diario, sin embargo será los lunes cuando hable de las visitas de fin de semana a diferentes lugares de esta mágica ciudad.
Bienvenidos y bienvenidas pues a este espacio abierto a la sorpresa y la imaginación. Pueden también sugerirme nuevos destinos, la verdad es que lo que deseo es adentrarme en la ciudad también como una forma de volver al origen de mí misma. ¿Cómo puedes recomenzar la vida si no has andado sobre tus propios pasos?
Y volvemos...
Yolanda Gudiño Cicero
Al final, todos volvemossobre los pasos
sobre la memoria
sobre historias recontadas
sobre remordimientos carcomidos
sobre los viejos libros...
a gatas, arrastrando nuestras culpas
erguidos sobre las culpas de los otros.
Al final, todos volvemos
quizá la oscilación
es más naturaleza que destino.
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